¡Qué no cunda el pánico! Que nuestros hijos suspendan o tengan un bajo
rendimiento escolar puede ser motivo de frustración y disputas familiares. Por ello, lo primero que debemos evitar son las grandes regañinas y castigos y convertirlo en “un problema de estado.”
Las fluctuaciones en el rendimiento escolar son normales y pueden afectar
mucho a nuestros/as hijos/as. Es importante que les acompañemos en este malestar, sin incrementarlo, e intentemos hallar respuesta a lo sucedido.
Un bajo rendimiento escolar puede ser debido a varias causas y no siempre el/la alumno/a es directamente responsable. Vamos a revisar cuáles son los principales factores a tener en cuenta:
- Estado anímico: conflictos a nivel social o familiar pueden afectar al rendimiento escolar de nuestro/a hijo/a. Haremos preguntas del tipo: “¿ha pasado algo con tus compañeros?¿Es buena tu relación con ellos? ¿estás preocupado/a por algo que no sepamos?.”
- Falta de hábitos de estudio: en ocasiones, consideramos que nuestros/as hijos/as ya son mayores para gestionar su tiempo y hacer los deberes de manera autónoma. Lo cierto es que, en la mayoría de casos, no es así y necesitan un seguimiento extra por parte de los padres. El cerebro de los niños y los adolescentes no está desarrollado como el del adulto y pueden tener dificultades en la gestión del tiempo y la toma de decisiones en cuanto lo que es importante y lo que es urgente. Haremos preguntas del tipo: “¿Crees que has estudiado lo suficiente? ¿ Te ha faltado tiempo para hacer las tareas?”
- Nivel madurativo: esto suele darse en los primeros cursos de escolarización y está estrechamente relacionado con el nivel de desarrollo de nuestro/a hijo/a. Al igual que hay niños que empiezan a andar antes o después o niños muy prematuros en el lenguaje y otros que tardan más, hay niños/as que tardan un poco más en desarrollar las capacidades básicas para ciertos aprendizajes. Debemos tener en cuenta que para leer, nuestros/as hijos/as requieren de unas habilidades mucho más complejas de las que nos puede parecer a simple vista. En estos casos, debemos respetar su ritmo evolutivo y reforzar las habilidades pre-lectoras o pre-matemáticas. Aquí la escuela puede ser un gran aliado.
- Dificultades en el aprendizaje: esta opción la valoraremos si no encontramos respuesta en las anteriores. Si nuestro/a hijo/a ya está en Ciclo Medio (3o-4o primaria), no tiene conflictos emocionales, estudia y le dedica tiempo y, aun así, su rendimiento es bajo, puede que tenga alguna dificultad en el aprendizaje. Las más comunes son las dificultades en la lectoescritura y las dificultades atencionales. Nos haremos preguntas del tipo: “¿tiene un ritmo lento de lectura? ¿le cuesta mantener la atención en tareas largas?”
Por último, es importante que la comunicación entre la escuela y la familia sea fluida, al fin y al cabo, nuestro/a hijo/a pasa mucho tiempo en el cole. Los profesionales de la educación pueden ayudarnos a discernir las causas de este bajo rendimiento y administrar protocolos de observación para identificar dificultades en el aprendizaje.
Si tienes dudas sobre la existencia de alguna dificultad, no dudes en ponerte en contacto con profesionales. Pedagogos, psicopedagogos o psicólogos de la educación, te pueden ayudar a identificar la causa y, lo más importante, dotar a nuestros/as hijos/as de estrategias que ayuden a compensar estas dificultades.
“Lo que vemos cambia lo que sabemos.
Lo que conocemos cambia lo que vemos.”
Jean Piaget
Carmen Valenzuela Gálvez