Hoy venimos a resolver una duda acerca de dos conceptos que a veces podemos utilizar como sinónimos cuando no lo son: el ego y la autoestima.
Cierto es que tienen cosas en común: los dos son constructos que se centran en dar forma a nuestra identidad y son moldeables a lo largo de nuestra vida y nuestras experiencias vitales.
La principal diferencia que podremos observar es el enfoque que le damos a nuestra visión de nosotros mismos.
En este artículo, entendemos el ego como esa parte del yo que se enfoca y se mide con el mundo exterior.
Es la necesidad de sobrevalorarse a uno mismo respecto a los demás, siempre colocándose por encima (“soy más que tú”) para encontrar una falsa sensación de seguridad.
Al tener la mirada hacia lo externo, no se contempla la mirada comprensiva de entender la propia historia, sino de colocar por encima (egolatría) mis virtudes y necesitando desmerecer las características de los otros.
Por el otro lado, la autoestima tiene una visión más introspectiva y no tiene la necesidad de compararse con las vivencias de los demás.
Se trabaja desde la lectura de la propia historia, con una visión mucho más comprensiva y amable para fomentar el autoconocimiento y poderse acompañar en los momentos difíciles.
Esto es gracias a que la autovaloración desde la autoestima es más realista. Una persona con una buena autoestima es capaz de reconocer errores, de recapitular y de no castigarse de forma excesiva por ello, ya que el objetivo de un autoconcepto saludable se basa más en protegerse y cuidarse y no en ser mejor que los demás.
Siguiendo con la necesidad que tenemos todos de sentirnos seguros con nosotros mismos, ambos conceptos pueden conseguirlo. El ego, desde una postura más defensiva o de ataque hacia el mundo (“yo soy mejor que tu”) y la autoestima desde un punto de vista más protector (“me conozco y valoro mis esfuerzos para llegar hasta aquí”).
“Tener una buena autoestima no tiene que ver con ser egoísta”
Otra de los temas claves en la diferencia de los dos conceptos es como afecta en las relaciones.
Cuando nos relacionamos desde el ego, mis opiniones valen más que las otras y mis necesidades son siempre más importantes que la de los demás. Esto crea dinámicas desiguales donde no hay una reciprocidad ni apoyo para la otra parte.
De forma contraria, relacionarse desde una buena autoestima, coloco en el mismo nivel los valores y vivencias de las personas que me rodean y creo relaciones desde la igualdad y desde poder escuchar con una mente más abierta respetando lo que uno mismo merece sin negar o invalidar la perspectiva ajena.
“Puedo quererme, aceptarme y valorarme, sin infravalorar a los demás”
A continuación, tienes una tabla con las principales diferencias que acabamos de comentar.
Y por último una recomendación para que te inicies en la lectura de la autoestima: “enamórate de ti” de Walter Riso.
Recuerda que primero nos hablamos y nos conocemos por cómo nos ha tratado y hablado el mundo, pero luego, si no estamos satisfechas o cómodas con ello, podemos reconducir y aceptarnos tal y como somos abrazando nuestras virtudes y defectos con la ayuda profesional que ofrece la terapia.
Natalia Artero Boronat