Esta frase que, desde pequeños, escuchamos a modo de lección de vida “quien bien te quiere te hará llorar” es, a mi manera de ver, parte de una gran mentira con la que hemos crecido muchos; un arma muy peligrosa para normalizar el sufrimiento y la violencia.
Con esta afirmación no pretendo ni muchísimo menos culpabilizar a los padres, que en algún momento han lanzado esta afirmación cuando no han sabido dar una explicación adecuada a sus límites o no han gestionado correctamente las emociones de sus hijos. En realidad, lo que pretendo es darle la vuelta a la frase y ver las posibles consecuencias en la persona que crece con esta premisa en su edad adulta.
1. Este niño/a crece con la creencia de que la persona que te quiere de una manera u otra te hará sufrir.
Por ejemplo, serán adultos que normalizarán las relaciones de violencia con la excusa de que el otro miembro se preocupa por él o ella y se merece ese castigo para aprender cómo se hacen las cosas.
“Salimos de fiesta y yo hablaba con mucha gente, me dejó de hablar para que me diera cuenta de que yo lo estaba haciendo mal”.
¡Alerta! esto es violencia, y es conocido como ley de hielo.
2. Este niño/a también tendrá adquirida la creencia de que el sufrimiento es normal.
No ha habido un adulto que les haya explicado por qué se hacen las cosas y cómo gestionarlas para que sean menos molestas para ellos cuando sean actos que no nos gusten tanto.
“Tengo que estudiar una carrera porque sinó no seré nadie en la vida, aunque reconozco que no me gusta nada lo que estoy estudiando pero tiene que ser así” o “Es lo que me toca mi pareja es así y en todas las relaciones se sufre”.
¡Alerta! Esto es indefensión aprendida. No nos tenemos que conformar, no todo tiene que ser así porque nos lo hayan enseñado en nuestra infancia o porque así esté normalizado por nuestro entorno. Todos podemos tener una opinión distinta y es válida.
3. Este niño/a crecerá con la creencia de que él no puede poner límites porque las personas que están a su lado los pondrán por él.
Esto es conocido también como la no diferenciación del otro, es decir, el otro sabe lo que necesito y yo no, independientemente de que ya sea una persona adulta.
“Mi marido me cuida muchísimo, sabe en todo momento lo que yo necesito. Es él quien muchas veces me dice que tengo que parar en el trabajo y pasar más tiempo cuidando de los niños…a veces, no me apetece porque me gusta lo que hago, pero menos mal que lo tengo a él que me dice que estoy haciendo mal”.
¡Alerta!, ¿¿En serio el otro sabe mejor que yo lo que necesito??, aquí podemos encontrar otro tipo de violencia más sutil como la invalidación de las necesidades propias, control, invisibilización y un largo etcétera y ¡ojo! no se te ocurra poner un límite, ya que puede ser muy peligroso cómo se lo tomen.
Así qué, por favor, quitemos esta frase de nuestro repertorio porque quien bien te quiere no te hace llorar sino que te explica, está contigo, te acompaña, acepta tus límites y te valida emocionalmente y, todo lo que no se acerque a esto, es una forma enmascarada de abuso y de maltrato.
Y tú ¿Cómo haces para potenciar esta nueva forma de querer? El equipo de En Plural Psicología te escuchamos…
María Victoria López Oliva