En este artículo, exploraremos los beneficios significativos que la práctica de yoga sensible al trauma (YST) puede ofrecer en el camino hacia el bienestar físico y emocional. Vamos a sumergirnos en cómo esta practica adaptada puede ser un poderoso aliado en la búsqueda del bienestar. Pero primero te voy a definir los siete elementos claves desde los que se trabaja y me extenderé en la explicación de dos sentidos que incorpora el YST como parte fundamental de su enfoque terapéutico.
Estos son los principales elementos del Yoga Sensible al Trauma:
- Seguridad: Crear un ambiente donde la seguridad es fundamental para facilitar la conexión y el aprendizaje.
- Opciones: Potenciar a través de la elección, promoviendo la autonomía y la sensación de pertenencia.
- Conciencia interoceptiva y propioceptiva: Reconectar con el cuerpo para restaurar la identidad y la presencia, comprendiendo las sensaciones internas y la posición del cuerpo en el espacio.
- Presencia: Practicar la presencia en el momento presente como vía para sanar y conectar profundamente con uno mismo.
- Conexión auténtica y humanidad compartida: Fomentar relaciones basadas en la autenticidad y el mutuo respeto, cultivando un sentido de conexión y comprensión entre los participantes.
- Regulación del sistema nervioso: Utilizar técnicas para gestionar respuestas traumáticas y promover la estabilidad emocional, permitiendo una mayor sensación de seguridad y control.
- Autocompasión: Cultivar un trato amable y comprensivo hacia uno mismo, reconociendo y honrando las propias experiencias y emociones.
Estos sentidos de los que te hablaba son la interocepción y la propiocepción, son dos aspectos fascinantes de nuestro sistema sensorial que, a menudo, pasan desapercibidos, son esenciales en la práctica para crear un espacio seguro y centrado en la persona. Ahora verás cómo el yoga sensible al trauma tiene en cuenta estos sentidos:
La interocepción nos permite estar en sintonía con las señales internas de nuestro cuerpo, especialmente aquellas relacionadas con nuestras emociones. Este sentido nos alerta sobre cambios en la frecuencia cardíaca, la respiración y otros procesos fisiológicos, proporcionándonos una comprensión más profunda de nuestro bienestar emocional.
En la práctica de YST trabajamos la interocepción a través de la conciencia corporal fomentando la atención plena a las sensaciones internas. Esto permite a los participantes explorar y reconocer las respuestas emocionales y físicas de su cuerpo sin juicio. También a través de la respiración consciente. La atención a la respiración ayuda a regular las respuestas emocionales y a establecer una conexión más profunda con el cuerpo.
La interocepción es como un radar interno que nos ayuda a reconocer y gestionar nuestras emociones.
Por otro lado, la propiocepción nos permite tener conciencia de la posición y el movimiento de nuestro cuerpo en el espacio. Este sentido nos informa sobre la ubicación de nuestras extremidades y la relación entre ellas, facilitando movimientos precisos y coordinados. Gracias a la propiocepción, podemos caminar sin mirar nuestros pies o sostener un vaso sin necesidad de mirarlo, ya que nuestro cerebro tiene una percepción precisa de la posición de nuestras extremidades.
En YST se trabajan secuencias adaptadas, los movimientos están diseñados para ser suaves, conscientes y adaptados a las necesidades individuales. Esto permite a los participantes explorar sus límites de movimiento de manera segura. Estas posturas y ejercicios promueven la estabilidad y la conciencia de la posición del cuerpo en el espacio. Esto fortalece la propiocepción, mejorándola junto con el control del cuerpo.
Ambos sentidos trabajan en conjunto para brindarnos una experiencia completa del mundo que nos rodea y de nuestro mundo interior.
La atención consciente a estos sentidos puede mejorar nuestra conexión con nosotros mismos y optimizar nuestra capacidad de interactuar eficientemente con el entorno.
Los beneficios que nos proporciona esta práctica se resumen en los siguientes puntos:
- Reducción del estrés y ansiedad:
El yoga sensible al trauma se centra en la conexión con el cuerpo y la respiración, resaltando la importancia de la interocepción, la conciencia interna. Practicar técnicas de respiración consciente y posturas suaves ayuda a calmar el sistema nervioso, reduciendo el estrés y la ansiedad. Un ejemplo práctico es la respiración abdominal profunda; toma unos minutos cada día para inhalar profundamente por tu nariz, llenando tu abdomen de aire, y exhala lentamente, liberando cualquier tensión.
- Conciencia corporal y mindfulness:
La atención plena hacia las sensaciones corporales es primordial en el yoga sensible al trauma. La práctica del «escaneo corporal» te invita a explorar y reconocer las sensaciones en diferentes partes de tu cuerpo, fomentando la interocepción. La práctica constante ayuda a desarrollar la conciencia corporal y también la exterocepción, la percepción del entorno. La exterocepción nos conecta con el entorno, facilitando la percepción del mundo exterior y la interacción efectiva con él.
- Fomento de la resiliencia:
El yoga sensible al trauma promueve la resiliencia emocional al ofrecer un espacio seguro para explorar y liberar emociones. La aceptación y el amor propio son fundamentales. A veces, el cuerpo se desconecta de la mente, y es crucial reconocer esta desconexión. Intenta la «postura del niño», sintiendo cómo esta posición te brinda seguridad y apoyo emocional, reconectando con tu cuerpo.
- Mejora de las relaciones interpersonales:
La conexión con uno mismo en el yoga se traduce en relaciones más saludables con los demás. Prueba la «respiración compartida»: inhala y exhala juntos, con la intención de compartir energía positiva. Esta práctica puede fortalecer los vínculos emocionales.
- Empoderamiento personal:
El yoga sensible al trauma empodera al individuo, proporcionando herramientas para gestionar los desafíos que puedan surgir. La «postura del guerrero» simboliza la fuerza interior; siéntete fuerte y decidido/a al adoptar esta postura.
En resumen, el yoga sensible al trauma va más allá de las posturas o formas físicas; es una práctica holística que nutre el cuerpo, la mente y el alma, destacando la importancia de la interocepción, la propiocepción y la exterocepción. Incorporar estas técnicas en tu rutina diaria puede ser el inicio de un viaje transformador hacia tu autoconocimiento, la autocompasión y la sanación emocional. ¡Descubre los beneficios del yoga sensible al trauma y empieza el camino hacia tu bienestar!
Rosana Huerga Lobato